lunes, 10 de marzo de 2014

TRIBUNALES El 3 de julio los médicos firmaron su baja

La interrupción involuntaria de empleo de Sonia


  • La Justicia condena a Castilla-La Mancha por despedir a una embarazada

  • La acción se produjo cuando se encontraba de de baja por enfermedad

  • Sonia la despidieron entre los vómitos del embarazo y la retaguardia de una baja por enfermedad. Allí, medio derrotada en casa por una tripa de cuatro meses de ilusión y de mareos, la dirección de un instituto perteneciente a la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha la llamó una mañana a capítulo y se deshizo de ella con un párrafo de despido.
    Ahora, siete meses después, la Justicia repone aquella náusea ejecutiva y obliga al Gobierno manchego a readmitir a esta madre nueva y pagarle todos los sueldos que nunca pudieron ser. "Ojalá mi caso sirva para que no vuelva a pasar y para que la Junta y las empresas recapaciten antes de hacer algo así".
    Sonia puede hablar porque acaba de acostar al crío, que anda con los cólicos de las personas de tres meses, los esdrújulos lactantes. "El pobrecito no tolera nada, cada hora y media tiene hambre y vuelve a dolerle. Mi marido y yo no dormimos. Pero se pasará". El niño reciente ha dejado la casa en silencio un rato, el tiempo justo para que su madre cuente a EL MUNDO una desventura ilegal pero cierta, aquel despido en plena barriga.
    La sentencia ganada hace poco menos de un mes sostiene que el Instituto de Educación Secundaria Gregorio Prieto, el más grande de Castilla-La Mancha, contrató a Sonia el 20 de noviembre de 2012 como "personal de limpieza y servicios domésticos". Con un sueldo diario de 45,81 euros, la modalidad del contrato establecida fue de "interinidad por vacante", es decir, una incorporación a ese puesto de trabajo por un tiempo indeterminado hasta que esa ausencia se cubriera o ese empleo se amortizara. "Cuando me despidieron, ni el puesto se había amortizado, ni la vacante se había cubierto".

    'Yo no quería dejar de trabajar'

    Sonia empezó a trabajar en el centro sin problemas. Ni las aulas, ni los despachos, ni el gimnasio, ni los 70 kilómetros desde su casa a Valdepeñas y los 70 de vuelta la cansaban demasiado. Pero en abril, cuando llevaba un mes embarazada, aparecieron las náuseas y las vomitonas. Y ella empezó a aguantar. "La cosa iba a más. Tenía mareos, se me iba la cabeza, me sentía mal. Pero seguí, porque yo no quería dejar de trabajar, lo necesitaba y hacía falta personal".
    El malestar era tan constante que el 29 de abril, fue derivada a Urgencias, donde finalmente "se descartó un embarazo ectópico", o sea, fuera del útero. El desorden físico fue creciendo, la cabeza era un balanceo de barco, los vómitos una angustia que se llevaba la vida por la boca y el viaje en coche el trayecto del mal. "Ya no conducía yo, sino alguno de mis compañeros, porque me era imposible. Insistía en ir y la gente me decía que me cogiera la baja. Pero a mí me daba miedo por si perdía el trabajo. Todo me costaba, pero cuando tocaba limpieza general, que era subir escaleras y limpiar persianas y zonas altas, ya era peligroso. Llegó un momento en que me era imposible".

    'Motivos de trabajo'

    El 3 de julio, los médicos firmaron la baja de Sonia «por la contingencia de enfermedad común». Pero 16 días después, mientras intentaba calmar ese vaivén interno de olas en plena Castilla, el instituto firmó su despido. Los responsables del centro le dijeron que era por "motivos de trabajo", porque ya había personal haciendo su labor. La mujer consultó el caso porque le sonaba mal. Algo había oído de que en España no se puede despedir a una embarazada sin causa justificada. Ni a alguien de baja.
    Sonia habló con el CSI-F. La central sindical, la de mayor implantación en la Administración pública, estudió el asunto y lo colocó en los tribunales. Tras denunciar, el 10 de febrero de este año, la magistrada del Juzgado Número 3 de Ciudad Real destapó la falsedad del argumento del instituto, declarando nulo el despido y obligando a su readmisión.
    Sonia sigue en casa, olvidadas las náuseas y presentes los cólicos y los mimos. Lleva tres meses de madre y uno de victoria, que viene a ser lo mismo.
  • ver más: http://www.elmundo.es/espana/2014/03/09/531bc38a22601d91438b457d.htmlhttp://www.elmundo.es/espana/2014/03/09/531bc38a22601d91438b457d.html

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